Éramos todos iguales. Íbamos por el caminito en fila, todos con un tiempo, con un ritmo. A veces más rápido, cuando se sentía la tormenta.
Éramos todos iguales, y sólo nosotros nos conocíamos las diferencias.
Salíamos a nuestras tareas, cortábamos las hojitas, cargábamos, por el camino más corto en taxi o remise. (Si pisaban a alguno, a dejar la hoja, recoger el cadáver y cargarlo para que no quede rastro).
Y volvíamos -al final del día o de la noche-, con las tareas realizadas de nuevo al hormiguero. Otra vez bajo tierra.

mtorchiari

Compartir
Publicado por
mtorchiari

Entradas recientes

No se soñar

No le puedo contar a nadie con nombre y apellido y mostrándole las fotitos en…

10 años hace

La distancia a la luna

Yo estaba a tres cuadras de vos. Vos estabas a tres cuadras de mi. Yo…

11 años hace

Es Evidente: las cosas que no decimos

Hace unos meses se me ocurrió juntar los textos más “literarios” de Esevi en un…

11 años hace

Sin guerra ni paz

Dentro del cerebro la locura. La pelea entre lo que está bien y lo que…

11 años hace

Espejito, espejito

– A todos les tira onda menos a mi – Jajajajajaja ¿otra vez con lo…

11 años hace

La otra esquina

No estoy muy orgullosa de lo que hice o mejor dicho, de lo que no…

11 años hace